Farmacia Martínez Cubí
Elche, 2022El proyecto de la farmacia Martínez Cubí parte de la idea de un traslado de una esquina de la calle a la esquina opuesta. Este nuevo local tiene una marcada forma en L la cual se refuerza con el diseño propuesto. El proyecto se basa en las premisas del cliente y en el uso particular de farmacia, el cual viene sujeto a varias exigencias clínicas y administrativas que se deben cumplir. Tal y como se viene actuando desde hace años en el despacho de arquitectura se plantea un proyecto holístico a través de cinco proyectos que configuran una imagen final mayor que la mera suma de sus partes.
- Superficie : 100 m2
- PEM: 120.000€
- Arquitectos : Antonio Maciá Mateu Andrea Olivares López
- Aparejador: Francisco Rodríguez Navarro
- Constructora: Ginés Reintegral
El proyecto de la farmacia Martínez Cubí parte de la idea de un traslado de una esquina de la calle a la esquina opuesta. Este nuevo local tiene una marcada forma en L la cual se refuerza con el diseño propuesto. El proyecto se basa en las premisas del cliente y en el uso particular de farmacia, el cual viene sujeto a varias exigencias clínicas y administrativas que se deben cumplir. Tal y como se viene actuando desde hace años en el despacho de arquitectura se plantea un proyecto holístico a través de cinco proyectos que configuran una imagen final mayor que la mera suma de sus partes.
Todos los proyectos que se van a exponer a continuación son fundamentales para comprender el espacio, sin embargo, el punto de origen del mismo es imprescindible para darle sentido. En esta actuación, una L de vidrio es la pieza que configura toda la ordenación, consiguiendo además materializar la idea de translucidez y limpieza. Este concepto inicial se lleva a cabo junto al resto de proyectos que se detallan a continuación:
Proyecto 1: L DE VIDRIO. El nuevo espacio se articula gracias a una construcción interior de una L de vidrio la cual refuerza la forma inicial del local. Esta L es una barrera divisoria entre la parte pública (zona de ventas y tienda) y la zona privada (laboratorio, servicios y almacenaje). Además de su función separadora, la materialidad era determinante ya que permite la visión borrosa entre ambas zonas y gracias a la iluminación constituye una pieza central atractiva.
Proyecto 2: LA PRESENCIA DEL COLOR. Una de las premisas de este proyecto era la importancia del color blanco como base que recorriese tanto las zonas privadas como las públicas. Se pretendía conseguir con ello superficies limpias en las que el producto fuese el protagonista. Sin embargo, era necesario jugar con contrapuntos de color que resaltasen puntos de relevancia. Para ello, los mostradores y la zona del escaparate se pintan de verde manzana, resaltando como piezas únicas.
Proyecto 3: REFLEJOS. Para ampliar el espacio y marcar las zonas de venta y mostradores se colocan en el techo espejos. Estos espejos se convierten en tres piezas separadas que marcan las áreas de atención y mostradores multiplicando de este modo el color manzana comentado en el proyecto anterior. Por otro lado, en la zona de exposición de los productos una pieza espejada de formas oblicuas marca cada zona (nutrición, cosmética, infantil…) haciendo que la cantidad de medicamentos y cremas se multiplique a la vista gracias al reflejo.
Proyecto 4: EL ORDEN. Al tratarse de una farmacia, el orden juega un papel primordial. Para ello, el almacenaje es muy importante. Se diseñan dos zonas de baldas junto a cajones que ayudan a mostrar el producto a la vez que permiten el almacenaje de manera sencilla y de rápido acceso para los trabajadores. En la zona central se coloca una pieza que actúa a forma de rotonda para dividir el tráfico de clientes y reforzar un punto de ofertas que favorezca la compra de productos que no se tenía pensado comprar antes de entrar en la farmacia.
Proyecto 5: BURBUJAS EN EL ESCAPARATE. El escaparate se divide principalmente en dos zonas, correspondientes a las dos fachadas. El escaparate de menor dimensión se destina a ofertas o elementos de mayor dimensión, siendo más accesible y sencillo cambiar los productos, a la vez que permite una visión del interior. Por otro lado, el escaparate de mayor dimensión se trabaja como un foco de atracción desde el exterior. En dicho escaparate se diseña un mueble de doble cara, el cual da servicio al interior gracias a las baldas donde se colocan los productos, y al exterior ya que se convierte en un mueble verde lima con medias esferas donde se muestran productos destacados. El trabajo de escaparatismo se completa con los vinilos azules que se basa en las fórmulas químicas.
El diseño de cada uno de estos proyectos, así como la suma de los mismos no definen de manera individual el espacio, sino que es su correcta interrelación la que hace que se obtenga un proyecto más completo que dota al espacio de esta farmacia de su función por zonas que demanda la administración a la vez que se trabaja con elementos únicos que hacen que resulte un espacio de venta atractivo.
El proyecto de la farmacia Martínez Cubí parte de la idea de un traslado de una esquina de la calle a la esquina opuesta. Este nuevo local tiene una marcada forma en L la cual se refuerza con el diseño propuesto. El proyecto se basa en las premisas del cliente y en el uso particular de farmacia, el cual viene sujeto a varias exigencias clínicas y administrativas que se deben cumplir. Tal y como se viene actuando desde hace años en el despacho de arquitectura se plantea un proyecto holístico a través de cinco proyectos que configuran una imagen final mayor que la mera suma de sus partes.
Todos los proyectos que se van a exponer a continuación son fundamentales para comprender el espacio, sin embargo, el punto de origen del mismo es imprescindible para darle sentido. En esta actuación, una L de vidrio es la pieza que configura toda la ordenación, consiguiendo además materializar la idea de translucidez y limpieza. Este concepto inicial se lleva a cabo junto al resto de proyectos que se detallan a continuación:
Proyecto 1: L DE VIDRIO. El nuevo espacio se articula gracias a una construcción interior de una L de vidrio la cual refuerza la forma inicial del local. Esta L es una barrera divisoria entre la parte pública (zona de ventas y tienda) y la zona privada (laboratorio, servicios y almacenaje). Además de su función separadora, la materialidad era determinante ya que permite la visión borrosa entre ambas zonas y gracias a la iluminación constituye una pieza central atractiva.
Proyecto 2: LA PRESENCIA DEL COLOR. Una de las premisas de este proyecto era la importancia del color blanco como base que recorriese tanto las zonas privadas como las públicas. Se pretendía conseguir con ello superficies limpias en las que el producto fuese el protagonista. Sin embargo, era necesario jugar con contrapuntos de color que resaltasen puntos de relevancia. Para ello, los mostradores y la zona del escaparate se pintan de verde manzana, resaltando como piezas únicas.
Proyecto 3: REFLEJOS. Para ampliar el espacio y marcar las zonas de venta y mostradores se colocan en el techo espejos. Estos espejos se convierten en tres piezas separadas que marcan las áreas de atención y mostradores multiplicando de este modo el color manzana comentado en el proyecto anterior. Por otro lado, en la zona de exposición de los productos una pieza espejada de formas oblicuas marca cada zona (nutrición, cosmética, infantil…) haciendo que la cantidad de medicamentos y cremas se multiplique a la vista gracias al reflejo.
Proyecto 4: EL ORDEN. Al tratarse de una farmacia, el orden juega un papel primordial. Para ello, el almacenaje es muy importante. Se diseñan dos zonas de baldas junto a cajones que ayudan a mostrar el producto a la vez que permiten el almacenaje de manera sencilla y de rápido acceso para los trabajadores. En la zona central se coloca una pieza que actúa a forma de rotonda para dividir el tráfico de clientes y reforzar un punto de ofertas que favorezca la compra de productos que no se tenía pensado comprar antes de entrar en la farmacia.
Proyecto 5: BURBUJAS EN EL ESCAPARATE. El escaparate se divide principalmente en dos zonas, correspondientes a las dos fachadas. El escaparate de menor dimensión se destina a ofertas o elementos de mayor dimensión, siendo más accesible y sencillo cambiar los productos, a la vez que permite una visión del interior. Por otro lado, el escaparate de mayor dimensión se trabaja como un foco de atracción desde el exterior. En dicho escaparate se diseña un mueble de doble cara, el cual da servicio al interior gracias a las baldas donde se colocan los productos, y al exterior ya que se convierte en un mueble verde lima con medias esferas donde se muestran productos destacados. El trabajo de escaparatismo se completa con los vinilos azules que se basa en las fórmulas químicas.
El diseño de cada uno de estos proyectos, así como la suma de los mismos no definen de manera individual el espacio, sino que es su correcta interrelación la que hace que se obtenga un proyecto más completo que dota al espacio de esta farmacia de su función por zonas que demanda la administración a la vez que se trabaja con elementos únicos que hacen que resulte un espacio de venta atractivo.