REVITALIZACIÓN BARRIO CARRÚS ESTE
Elche, 2006En el caso de Carrús Este confluyen dos actuaciones que se complementan y a la vez son independientes, la revitalización y remodelación de la ciudad consolidada y la reurbanización de la periferia. Muchas de las decisiones esenciales, están y tienen origen y continuidad en una visión de la ciudad y no solo del barrio.
Leer más- Arquitectos:
Antonio Maciá Mateu
Jorge S. Gasa
Diego Serrano Seller
Agustín Soler García - Colaboradoras:
Ana Vitoria Mora
Noelia Parra López - Cliente: PIMESA
- Publicaciones:
Diario La Verdad (27-04-2005)
Diario La Verdad (11-03-2006)
Diario La Verdad (30-03-2006)
En el caso de Carrús Este confluyen dos actuaciones que se complementan y a la vez son independientes, la revitalización y remodelación de la ciudad consolidada y la reurbanización de la periferia. Muchas de las decisiones esenciales, están y tienen origen y continuidad en una visión de la ciudad y no solo del barrio.
En el camino de evitar disfunciones, despilfarros y pérdida de ocasiones, se le da una visión integrado al plan que evoque tanto la preocupación municipal por luchar contra el crecimiento del malestar urbano, como la capacidad que tiene la sociedad para hacerse corresponsable al aplicar medidas correctivas.
Las dificultades de los barrios desfavorecidos no se pueden solucionar al actuar solamente sobre ellos mismos. Las actuaciones específicas que se necesitan en los barrios tienen muchos parecidos con la política urbana o de ciudad, ya que no se está hablando tanto de adoptar medidas excepcionales como de abordar de forma más efectiva el gobierno de la ciudad (educación, infraestructura, salud, seguridad, bienestar, etc.), teniendo en cuenta las condiciones de vulnerabilidad y de malestar urbano.
Un área urbana vulnerable no es un barrio desfavorecido. La vulnerabilidad es la disposición previa del área a entrar en crisis si no tiene las atenciones adecuadas. Ello establece, ya desde el principio, un gran desequilibrio entre políticas preventivas sobre áreas urbanas vulnerables y políticas “curativas” sobre barrios desfavorecidos. Y advierte pensar en la necesidad de disponer de un observatorio que admita conocer el estado de salud de las áreas vulnerables, y cuán alto es su riesgo de que se aceleren los procesos de desfavorecimiento.
Es esencial guiar el desarrollo de carácter socioeconómico en las áreas vulnerables, en concreto en los mercados laborales y de vivienda, para asegurar la calidad de los servicios, adecuados a las necesidades locales, y las oportunidades de las actividades económicas.
Las políticas que se necesitan tienen que reforzar las medidas de educación, empleo, formación, desarrollo local, mejora de las viviendas, medio ambiente urbano, y desarrollo comunitario, encontrando a su vez el modo de llegar a los grupos más vulnerables.
Los programas integrados de barrio que compaginen las iniciativas locales con la ayuda exterior, pueden movilizar políticas sociales y de bienestar que hasta ahora se han estado aplicando con pocos resultados.
La instrumentación de estas estrategias necesita de un cambio esencial en los vínculos de trabajo entre los agentes que actúan, para conseguir una mejor delimitación de las responsabilidades, haciendo mayor énfasis en instituciones que se basen en la cooperación y en formas de trabajo asociado. El sector privado debería ser atraído a estas instituciones y motivado a desarrollar actividades empresariales. El plan admite instrumentar intervenciones del sector público, la iniciativa privada y la sociedad civil, haciendo más fácil la intervención en el mercado inmobiliario para hacer más simples las operaciones sobre suelo de titularidad pública, revitalizando áreas industriales y residenciales.
El diagnóstico local debe ser dinámico y participado, y ha de contemplar los problemas y recursos locales, analizar la incidencia de las actuaciones en otros barrios, y comparar las desigualdades en el conjunto de la ciudad.
El ayuntamiento establece los propósitos de los programas, la cuantía de los fondos, las áreas elegibles y las condiciones de selección de los proyectos que se expongan, pero así mismo establece con los agentes las características de los proyectos, y mantiene la responsabilidad en ellos durante su ejecución.
Los resultados únicamente se verán a largo plazo y para ello se ha de mantener una actuación continuada. Al tratarse de políticas de cierta duración, ha de tener la flexibilidad necesaria para adaptarse al desarrollo de las situaciones.
Se han de habilitar los canales de asignación de recursos. La redistribución del gasto municipal ha de favorecer o al menos ser equitativa, esto conlleva una reasignación del gasto.
El Plan RICE debe crecer en tres fases que concluyen la totalidad de actuaciones y trabajos a desarrollar tal y como se indica en el siguiente esquema:
FASE 1. Acercamiento a la problemática del barrio de Carrús este.
FASE 2. Desarrollo del plan integral.
FASE 3. Proceso de implantación.
En el caso de Carrús Este confluyen dos actuaciones que se complementan y a la vez son independientes, la revitalización y remodelación de la ciudad consolidada y la reurbanización de la periferia. Muchas de las decisiones esenciales, están y tienen origen y continuidad en una visión de la ciudad y no solo del barrio.
En el camino de evitar disfunciones, despilfarros y pérdida de ocasiones, se le da una visión integrado al plan que evoque tanto la preocupación municipal por luchar contra el crecimiento del malestar urbano, como la capacidad que tiene la sociedad para hacerse corresponsable al aplicar medidas correctivas.
Las dificultades de los barrios desfavorecidos no se pueden solucionar al actuar solamente sobre ellos mismos. Las actuaciones específicas que se necesitan en los barrios tienen muchos parecidos con la política urbana o de ciudad, ya que no se está hablando tanto de adoptar medidas excepcionales como de abordar de forma más efectiva el gobierno de la ciudad (educación, infraestructura, salud, seguridad, bienestar, etc.), teniendo en cuenta las condiciones de vulnerabilidad y de malestar urbano.
Un área urbana vulnerable no es un barrio desfavorecido. La vulnerabilidad es la disposición previa del área a entrar en crisis si no tiene las atenciones adecuadas. Ello establece, ya desde el principio, un gran desequilibrio entre políticas preventivas sobre áreas urbanas vulnerables y políticas “curativas” sobre barrios desfavorecidos. Y advierte pensar en la necesidad de disponer de un observatorio que admita conocer el estado de salud de las áreas vulnerables, y cuán alto es su riesgo de que se aceleren los procesos de desfavorecimiento.
Es esencial guiar el desarrollo de carácter socioeconómico en las áreas vulnerables, en concreto en los mercados laborales y de vivienda, para asegurar la calidad de los servicios, adecuados a las necesidades locales, y las oportunidades de las actividades económicas.
Las políticas que se necesitan tienen que reforzar las medidas de educación, empleo, formación, desarrollo local, mejora de las viviendas, medio ambiente urbano, y desarrollo comunitario, encontrando a su vez el modo de llegar a los grupos más vulnerables.
Los programas integrados de barrio que compaginen las iniciativas locales con la ayuda exterior, pueden movilizar políticas sociales y de bienestar que hasta ahora se han estado aplicando con pocos resultados.
La instrumentación de estas estrategias necesita de un cambio esencial en los vínculos de trabajo entre los agentes que actúan, para conseguir una mejor delimitación de las responsabilidades, haciendo mayor énfasis en instituciones que se basen en la cooperación y en formas de trabajo asociado. El sector privado debería ser atraído a estas instituciones y motivado a desarrollar actividades empresariales. El plan admite instrumentar intervenciones del sector público, la iniciativa privada y la sociedad civil, haciendo más fácil la intervención en el mercado inmobiliario para hacer más simples las operaciones sobre suelo de titularidad pública, revitalizando áreas industriales y residenciales.
El diagnóstico local debe ser dinámico y participado, y ha de contemplar los problemas y recursos locales, analizar la incidencia de las actuaciones en otros barrios, y comparar las desigualdades en el conjunto de la ciudad.
El ayuntamiento establece los propósitos de los programas, la cuantía de los fondos, las áreas elegibles y las condiciones de selección de los proyectos que se expongan, pero así mismo establece con los agentes las características de los proyectos, y mantiene la responsabilidad en ellos durante su ejecución.
Los resultados únicamente se verán a largo plazo y para ello se ha de mantener una actuación continuada. Al tratarse de políticas de cierta duración, ha de tener la flexibilidad necesaria para adaptarse al desarrollo de las situaciones.
Se han de habilitar los canales de asignación de recursos. La redistribución del gasto municipal ha de favorecer o al menos ser equitativa, esto conlleva una reasignación del gasto.
El Plan RICE debe crecer en tres fases que concluyen la totalidad de actuaciones y trabajos a desarrollar tal y como se indica en el siguiente esquema:
FASE 1. Acercamiento a la problemática del barrio de Carrús este.
FASE 2. Desarrollo del plan integral.
FASE 3. Proceso de implantación.